Socialmente, es la oposición entre la ampliación en el campo de la vigilancia constante y la confianza. La confianza…

Yuval Noha Harari lo plantea de cierta manera, cuando trata las distintas formas entre el monitoreo centralizado y los castigos consecuentes; no son las únicas pautas que llevan a las personas a hacer acciones beneficiosas para ellos. Cuando a las personas se les explican los hechos científicos y los beneficios que se logran cuando se llevan adelante ciertas cosas y ellas tienen confianza en los referentes que los guían, en sus autoridades, sin dudas no se necesitaría de UN GRAN HERMANO para que sean cumplidas.

Una población motivada y bien informada, suele ser más poderosa que una vigilada e ignorante.
“No quiero que me vigilen y cuiden todo el tiempo, necesito que me informen bien sobre cómo protegerme y que ellos hagan su parte.”
Imagínense lavarse las manos con jabón, algo tan simple como esto. Aunque no parezca real, los médicos y enfermeras antes del siglo XIX iban a sus cirugías sin lavarse las manos con jabón, sin saber que los gérmenes y virus que sus manos contenían eran una de las principales causas de las infecciones post operatorias de la época. Posteriormente y sabiendo que lavarse las manos con jabón evita el contagio de virus y bacterias y es sumamente saludable para evitar todo tipo de enfermedades de transmisión por contagio, miles de millones de personas se lavan las manos todos los días y no precisamente para evitar a la policía del jabón…La gente común, entiende los beneficios y confía en las autoridades. Para lograr este tipo de cumplimiento y control, la gente necesita confianza. Confiar en la ciencia, en las autoridades públicas y en los medios de comunicación (1)

Esta simple y aguda reflexión nos lleva a pensar en que podremos ser confiados como sociedad si tenemos confianza en el sistema. Pero lamentablemente, les informo que no es así. Estudios que realizó Edelman (2) en 2020, dicen que, a pesar de una economía fuerte (pre pandémica), las sociedades no confían generalmente en sus gobiernos, ONG, empresas y medios de comunicación). Los ven como meros operadores de intereses circunstanciales.

En USA los temas raciales y las manifestaciones violentas en su defensa hablan a las claras de crisis anti sistémicas: en varios lugares del planeta se derriban estatuas de proceres a los cuales ya no se les creen sus hazañas de otrora o no se los consideran como tales. Ni hablar de las actuales situaciones de irregularidades jurídicas que en Latinoamérica crean y siembran un clima muy poco promisorio para el desarrollo de negocios e industrias.

En una época como la que estamos atravesando donde la tendencia es que las sociedades se manejen exclusivamente por pautas de comunicación de las empresas que habitualmente consumen, hace que esas empresas estén en un lugar de privilegio y de extremo riesgo. El privilegio de comunicar fehacientemente los beneficios de sus productos y servicios y los riesgos de generar desconfianza si no son certeras en sus mensajes.

Nosotros somos parte de esas empresas, en cada rincón del mundo, las empresas son la cara de las personas que las representan. Las marcas más históricas del planeta durante los últimos más de 100 años se han encargado de transmitir confianza en sus comunicaciones de servicios y productos. Esa confianza es la que hace que las sociedades enteras las consuman y se sientan tranquilas y satisfechas.
Los empresarios y emprendedores, tenemos un gran desafío en dos sentidos: que las empresas mantengan este nivel de comunicación asertiva con su público consumidor y que los estados y sus autoridades empiecen a entender que solo con la generación de confianza, sus individuos serán mejores personas y así se generará el circulo virtuoso donde nadie necesitará un policía a su lado para sentirse protegido.

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1-Yuval Harari – The Word after Coronavirus – Financial Times 20 de Marzo 2020
2-Edelman – Edelman trust barometer 2020 – ver www.Edelman.com
3-Interpretación propia basada en Tiempos para Valientes de Fabian Jalife y Alejandro Melamed.